Ahora que el consumo es lo más importante en nuestra sociedad, ahora que el peatón debe resignarse a que el vehículo es la prioridad #1 del gobierno, es momento de remitirnos a la ideología de los situacionistas que se creó con la finalidad de “construir situaciones; la construcción concreta de ambientes momentáneos de la vida y su transformación en una cualidad afectiva superior ", una sociedad en que el capitalismo no forme el urbanismo, si no que este sea formado por la necesidad de la gente.
Su propuesta es la creación de un urbanismo unitario, "el urbanismo hecho para el placer". Con el concepto de deriva, los situacionistas plantean que en la ciudad se lleven a cabo situaciones: que exista un comportamiento lúdico; sin caminar corriendo para llegar a un punto determinado, sino viendo y experimentando la vida urbana y realizando recorridos espontáneos que nos lleven a conocer nuestro medio de una manera distinta. Tal y como dice la frase de Julio Cortázar en Rayuela: "andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos".
La arquitectura debe tomar esta necesidad como materia y ser capaz de crear escenarios diversos en los que los ciudadanos interactúen. La ciudad es, en esencia, un acceso libre a lugares para el desarrollo de actividades de manera colectiva y, por tanto, el diseño de esta se debería efectuar desde el proyecto del espacio público como expresión de lo social y la arquitectura debería supeditarse a la forma urbana decidida colectivamente. “La arquitectura y la ciudad forman una unidad indisoluble, dependen una de la otra, una mejor arquitectura enriquece el espacio de la ciudad y un mejor espacio público valora a su vez la arquitectura”
[1] LA ARQUITECTURA DESDE EL LUGAR, 2008. Salmona, Roberto. Arquitectonics: Mente, territorio y sociedad, PAG. 90. Edicions UPC, Barcelona 2008.
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